Callejero montevideano: Nicolás Sanchez

Montevideo de golpe se ha poblado de extraños y tiernos seres. Nicolás Sanchez es el artista a quién debemos semejante acto de magia. La obra de Nicolás me parece de las cosas màs interesantes que se han visto en los últimos tiempos en las calles montevideanas. Su trabajo es para mi, un verdadero Bestiario medioeval transportado al siglo XXI.

En el Wikipedia podemos ver la siguiente definición de bestiario:

Un bestiario (o Bestiarum vocabulum) es un compendio de bestias . Se hicieron muy populares durante la Edad Media en forma de volúmenes ilustrados que describían animales, plantas e incluso rocas. La historia natural y la ilustración de cada una de estas bestias se solía acompañar con una lección moralizante, reflejando la creencia de que el mundo era literalmente la creación de Dios, y que por tanto cada ser vivo tenía su función en él. El bestiario, por tanto, es también una referencia al lenguaje simbólico de los animales en la literatura y el arte cristianos de occidente

Sus pequeñas bestias están siempre acompañadas de su nombre. Esto me parece profundamente religioso, la bestia nombrada es la bestia creada por Dios. No puedo dejar de pensar en Adán nombrando los animales. Los nombres que usa Nicolás son siempre sacados del lenguaje cotidiano e intervenidos de forma que dejan de ser palabras reconocibles para transformarse en nombres de algún idioma ancestral (un ejemplo son Cabala y Cobolo). La presencia del lenguaje en su obra es más importante de lo que puede parecer a simple vista. Si observamos con detalle encontraremos varios dibujos donde aparecen símbolos de alfabetos orientales. No se trata de frases con significado (al menos en ningún idioma humano) pero sí existe el cuidado de imitar los símbolos de alfabetos ancestrales, lo cual le confiere nuevamente un sentido místico al trabajo.

Entre las bestias, está presente Dios. Un Dios sabio, que puede ser bondadoso pero también puede ser cruel. Hay un mensaje de paz muy fuerte que se combina con un mensaje Panteísta. Cada criatura es una manifestación de Dios, que es concebido como el actor divino que desempeña a la vez los innumerables papeles de humanos, animales, plantas, estrellas y fuerzas de la naturaleza. Las bestias viven en una especie de ética de la diversidad, si bien mantienen sus diferencias y su aspecto aveces temible, viven en armonía fraternal tuteladas por la sabiduría de Dios. Dios, las bestias y nosotros somos la misma cosa.

Sus trabajos llevan aveces una firma: la letra alfa. No puedo dejar de pensar en El Alef de Borges o en la carta número uno del Tarot: El Mago. Es como si el autor fuera el Mago, el Demiurgo y creo que algo de eso hay. Nicolás es una especie de Demiurgo que va creando ese mundo paralelo con sus reglas, sus villanos y su Dios.

El trabajo de Nicolás llama también la atención por su factura. Está hecho con trazos finos color turqueza hechos con drypen de pintura esmalte. Su trazo es firme y seguro. Los dibujos son hechos a partir de bocetos que realiza antes de salir y que sirven como guía, pero que no necesariamente se convierten en el dibujo definitivo. Los dibujos pequeños no le llevan más de cinco minutos. Los murales pueden llevarle dos horas, pero en esta selección no hay ninguno.

Quiero agregar el último comentario, la espiritualidad de su trabajo no impide que se trate de una obra profundamente humorística, que llama a reírnos de nosotros mismos, de nuestros miedos y nuestro afán de nombrarlo todo. Hay en la obra de Nicolás un componente lúdico muy claro. Una vez me dijo que su trabajo era como la historia de Hansel y Gretel. Creo que es muy acertada la comparación, quien tiene la suerte de encontrarse con estos pedacitos de pan y se atreve a seguirlos irá descubriendo el camino que siguió el autor y todo me hace pensar que se trata de un camino iniciático hacia la salvación.

(Recomiendo visitar la página http://www.proel.org/ que es motivo de inspiración y reflexión para el artista)